4/20/2006

2.- Nelson Rodrigues y "A vida como ela é"


Nelson Rodrigues, dicen, inventó el teatro brasileño. Escribió "Vestido de noiva" con 27 años, tras un largo episodio tuberculoso que lo tuvo asomándose a la muerte y de vuelta a la vida. Llegó a probar fortuna como actor, en "Perdona-me por me traires" siendo abucheado unanimente, ocasión feliz para él pues le ofreció la oportunidad de insultar al auditorio.

El teatro de Nelson, por ser precisamente de renovación, en una época dónde el espíritu de la opereta y el vaudeville reinaban en Río, ha envejecido un poco, se ha vuelto ingenuo en los meandros del experimentalismo.

Aunque siempre se consideró dramaturgo -el único dramaturgo de Brasil-, Nelson tuvo que ganarse desde los quince años la vida con el periodismo. Hijo de periodista y hermano de periodistas, (entre ellos Mario Filho, inventor del carnaval carioca y padre espiritual del estadio de Maracaná que lleva su nombre) Nelson pasó la vida en las redacciones, como reportero criminal en sus comienzos, deportivo más tarde (fue un fanático Fluminense). Pero lo que le hizo unánime en la vida del brasileño fueron sus columnas diarias de "A vida como ela é".

Cada mañana, durante años, Nelson escribía en pocas líneas una historia que giraba entorno a un único asunto: la infidelidad. A veces, la muerte en relación a la infidelidad. Son historias ágiles, construidas en breves pinceladas, con diálogos coloquiales, de sabor único, dónde el erotismo arrasa con su fuerza primaria. Nelson escribió más de mil quinientas historias sobre la infidelidad, magnetizando y corrompiendo la fantasía de sus lectores. Fue considerado el mayor tarado de su tiempo. Y quizá sólo le salvó de la ira oficial el ser un gran reaccionario. De hecho, sus últimas palabras (una vez que pensó que iba a morir) fueron para insultar a Marx. Durante la dictadura se empeñó en hacerse ver con militares, simplemente por provocación, por cansancio de una progresía de gaceta que, seamos sinceros, debía ser cargante para un auténtico revolucionario.

Nelson siempre fue pobre. Era capaz de triplicar las ventas de un periódico gracias a su picante, pero se veía condenado a ser un bebedor de agua en los bares. El único provecho que sacó de la simpatía que algunos militares le mostraron fue hacer gestiones (a escondidas) para liberar a compañeros.

Un gran pornógrafo dedicado a hacer gestiones entre la Iglesia y el Ejercito para sacar de la cárcel a aquellos izquierdistas a los que despreciaba intelectualmente. Una vida así le llevó a probar suerte con la televisión, dónde inventó un programa de entrevistas en el que aparecían él, el entrevistado y una cabra.

Nunca he sentido mayor placer como lector que con "A vida como ela é". En cada breve historia (muchas veces, variaciones de temas ya usados y que alegra reconocer) hay encerrado un mundo. De hecho, se han adaptado muchas veces al cine, estirando cada detalle y demonstrando que son cápsulas que encierran microuniversos deseando desplegarse. En cada cuento de Nelson hay una novela en germen.

Nelson se consideraba "Flor de obsessão". La mujer infiel y la muerte fueron un territorio del que no quiso salir. No exista una sóla historia suya dónde no se pague la infidelidad con la muerte física o moral. El deseo de las tardes cariocas de verano, el recato de los felices cincuenta, los encuentros furtivos, los casos en el trabajo, con las mujeres de los amigos, de los jefes, la obsesión por mujeres inalcanzables, la compra de la virtud, la corrupción de la empleada honesta, a punto de casarse, por el jefe brutal y millonario. Es ese universo único, donde dos inocentes jovenes toman una limonada, o un helado, o salen del cine agarrados de la mano para transformarse en monstruos pocas líneas después.

Nelson regaló al mundo millares de frases ingeniosas. Difícil escoger. Me quedo con esta: "Dinheiro compra tudo. Até amor verdadereiro".